schooling with your teeth covered in thorns and your eyes drenched in drugs
"A veces hasta puedo hilvanar una frase entera con cierta gracia, mis palabras ofrecen una coreografía discernible y, por un tiempo muy limitado, dejo de ser la persona que soy y me convierto en la persona que el resto del mundo querría que fuera.
Me explico: soy de esas impresentables aberraciones de la naturaleza que, si les pregunta dónde está, lo más probable es que contesten En el planeta Tierra. Con eso quiero decir que no soy lo que se considera una persona muy ubicada en el contexto real de las cosas. Seguro que no es la primera vez que oyen referirse a alguien como yo, individuos a los cuales las diferentes formas del arte pretenden y presentar como criaturas encantadoras, diferentes, antihéroes, cuando en realidad somos auténticas basuras: formas originales de lo monstruoso que lo único que hacen es alterar lo establecido. Pérdidas de tiempo en constante movimiento.
Me volví loco por culpa de una película de Walt Disney, dice.
Lo que me lleva a pensar una vez más – y cierro los ojos – en El aprendiz de brujo y en el estado de las cosas en el universo. Por un lado, claro, están las diferentes ciencias que afirman que existe un solo universo de reglas inamovibles e iguales para todos nosotros. Y por otro lado estamos todos nosotros, cada uno con una visión diferente del universo, cada uno con una manera diferente de entender las cosas. Imposible para cada una de las partes del universo llegar a comprender el universo como un Todo Indivisible. No es fácil. Más sencillo pienso es pretenderse Dios de un caótico universo de bolsillo, y premiar y condenar a los corderos con justicia más que discutible. Es ahí donde empiezan las dificultades.
Cuando a los ocho años inundé toda mi casa pretendiendo despertar a baldes y escobas a la raza humana, mis padres entendieron que me había portado mal. Cuando intenté explicarles lo que había aprendido gracias a El aprendiz de brujo, la claridad con que se me presentaban todas las manifestaciones posibles del ser y su relación disciplinada con los poderes superiores, mis padres se miraron entre ellos, me miraron a mí y me internaron por cinco a seis años, no me acuerdo muy bien, en el Instituto. Allí había un sacerdote que se hacía llamar consejero espiritual y nos hablaba de adán y de Eva, de Caín y Abel y de Noé y del Diluvio. A nadie se le ocurrió meter a Noé en un instituto, ahora que lo pienso. Para las fiestas me mandaban con permiso especial a casa, donde siempre había alguien que me seguía por todos lados y me acompañaba cuando, por esas cosas de la vida, tenía necesidad de ir al baño.
El ratón Mickey recibe una importante lección en El aprendiz de brujo. Hay que vivir el universo propio sin que éste entre en colisión con el de otra persona. El universo de Mickey, por un momento, entra en conflicto con el del Maestro Hechicero. De ahí la locura de las escobas, de ahí que yo haya inundado mi casa como apresurado manifiesto para alertar al mundo o, al menos a mi familia. La intervención del Maestro Hechicero vuelve a encarrilar el Todo Universal sin alterar el universo de Mickey, quien, una vez superado el peligro, vuelve a su mundo ratonil con más experiencia, y todos felices, Mr. Stokowski incluido.
Cuando no sucede esto, cuando el caos individual se disfraza de orden universal, empieza lo que generalmente conocemos con el nombre de problemas.
....Y el aprendiz de brujo experimentó por primera vez el regocijo intimidante de saberse Maestro Hechicero."
#listen to: Aroah -- the last laugh
Current mood: lágrimas dulces trazan surcos en el maquillae ritual de su cara...entonces cae la primera palada de polvo que vuelve al polvo...